La labor del periodismo en la nueva situación del Sahara Occidental
En la tarde del 3 de diciembre el diario La Razón ha publicado un trabajo que acerca a los lectores al arsenal armamentístico del Frente Polisario. El reportaje Las armas del Polisario en su guerra contra Marruecos, elaborado por el periodista Gines Soriano trata de identificar la calidad y cantidad de las armas con las que se librará la guerra en el Sahara Occidental. En este artículo tratamos de comentar algunas cuestiones que el autor ha abordado.
Lamentablemente una guerra en el Sahara Occidental no es
solo la guerra del Polisario en contra de lo que refleja el título. Un conflicto
armado en la antigua colonia española implica también a los países vecinos, a la
ONU, a la Unión Africana y a los Estados miembros de la Unión, con España a la
cabeza. Es también la guerra de gran parte de la población marroquí que notará
los efectos de este nuevo conflicto armado.
Asegura el autor que en el Sahara «es posible cruzarse con
agentes del Frente Polisario a bordo de vehículos pintados con los colores de
la Ertzaintza, la policía autonómica vasca». Siendo cierto que estos vehículos
son utilizados por la policía saharaui en los Campamentos, no parece razonable
pensar que puedan participar en la guerra contra Marruecos. Gran parte de los
vehículos a los que se refiere el autor fueron donados en febrero de 2012 y
desde entonces se integran en la flota de vehículos de la Policía saharaui en
los Campamentos, como lo hacen los vehículos Peugeot o Citroën de la Policía
Nacional en España. Los combates entre Marruecos y el Frente Polisario se libran
en el territorio saharaui, lejos del alcance de estos vehículos que no están
hechos para el desierto.
Como bien apunta el autor, el territorio saharaui se encuentra
dividido por un muro de 2700 km donde «dos tercios de la vieja colonia española
están, de facto, en manos de Rabat» puesto que el proceso de descolonización aún
no ha concluido. Aunque el autor lo refiere más adelante cuando asegura que la
parte restante la controla «la parte del pueblo saharaui autóctono que huyó de
la ocupación marroquí», parece preciso haber aclarado cuál es la condición jurídica
de Marruecos en el Sahara Occidental. No es la potencia administradora del
territorio como el mismo Marruecos reconoce y tampoco posee la soberanía puesto
que el proceso de descolonización no ha concluido y la ONU sigue reiterando el
derecho de libre determinación de la población saharaui. Viendo la Resolución
380 (1975) del CS y la Resolución 34/37 de la AG, aprobada en 1979, se hace evidente
que la presencia de Marruecos en el Sahara responde a una ocupación militar consentida
por España.
El autor reconoce que hay dificultad para conocer el arsenal
armamentístico del Ejército saharaui. Realiza una descripción del armamento
expuesto en el Museo de Guerra —próximo a Rabuni— sin tener en cuenta que la
mayor parte del armamento expuesto procede de Marruecos en el contexto de los
combates librados en la primera guerra. Esto en parte explica la variada procedencia
del armamento saharaui que el autor constata. Allí se exponen los restos de
aviones de las FAR derribados por los saharauis. El reportaje reduce los logros
del Ejército saharaui al «derribo de varias aeronaves marroquíes (el primero
fue un caza F-5 al que abatieron en 1976 con un misil ruso SAM 6)». Solo en la
batalla de Gueltet Zamur las FAR perdieron tres aviones según fuentes marroquíes.
El Ejército saharaui consiguió llegar en dos ocasiones al Palacio
presidencial mauritano. Logró además llegar al extremo sur de este país que
tuvo que pedir la ayuda de Francia en la Operación Lamantín. Desolado, el
Gobierno mauritano renunció a sus pretensiones en el Sahara y firmó los
Acuerdos de Argel con el Polisario en 1979. Solo en Lebairat cayeron más de 600
soldados marroquíes y quedó destruido un número importante de los carros blindados.
Los saharauis cercaron durante meses a cientos de oficiales marroquíes en la
región de Sac, teniendo Hassan II que prometer concesiones a cambio de levantar
el cerco. Ciudades marroquíes como Assa o
Tata fueron alcanzadas por los saharauis. El muro de 2700 km, custodiado por
160.000 soldados, se ha levantado para frenar estas acometidas.
Pero como dijo Diego Aguirre el muro no fue más que «una
falsa salida militar» porque los guerrilleros saharauis siguieron penetrando y
organizando grandes ofensivas. Si bien es cierto que no se beneficiaban de las
emboscadas en el desierto de años antes ni recuperaban territorio, desgastaban
al rival en una guerra interminable. Si el número de efectivos de uno y otro
bando tuvieran especial relevancia, la guerra del Sahara seguramente habría terminado
en una semana como Hassan II había previsto. Pero parece que en esta contienda
es la estrategia la que determina los avances de una y otra parte. En cualquier
caso no parece acertado afirmar que los logros del Frente Polisario estén en el
derribo de un par de cazas F-5.
«El material actual del que dispone el Frente Polisario se
muestra periódicamente en las imágenes que difunde la agencia de noticias del
Sáhara Occidental ECS Saharaui». Tampoco es acertada la anterior frase puesto
que el portal referido no es la agencia oficial saharaui y ni el material necesariamente
se corresponde con el empleado estos días. La agencia de información de la República
Saharaui es Sahara Press Service (SPS). Una cuestión que le ha dado muy buenos
resultados al Polisario es el empleo del factor sorpresa. No sería prudente que
los saharauis mostraran sus cartas en las primeras partidas.
Desde la firma del alto al fuego entre Marruecos y el Frente
Polisario en 1991 se ha ido construyendo una imagen del saharaui que en nuestra
opinión no es acertada. Se ha configurado la imagen de un sujeto débil que lanza
piedras «bandera en mano» para combatir contra un Ejército bien equipado. Habrá
que preguntarse pues por qué Marruecos no tiene el control de la totalidad del
Sahara. ¿Por qué el Ejército marroquí construye un muro de estas dimensiones y características?
¿Por qué Rabat acepta el referéndum pudiendo ganar en el campo militar? No es
precisamente la debilidad lo que ha tenido paralizados a los saharauis, es su
apuesta por una solución pacífica para la cuestión del Sahara Occidental. Esto
ha alimentado una frustración en muchos sectores del Polisario que se ven
impotentes para buscar otras soluciones más allá de la fracasada ruta trazada
por la ONU. No hay que sorprenderse pues cuando los saharauis vayan ganando
terreno en los próximos meses.
El Frente Polisario y Marruecos mantienen diferencias esenciales.
Mientras que los saharauis emiten Partes de Guerra diarios donde detallan los
ataques a lo largo del citado muro, los marroquíes niegan la mayor. En este
contexto el periodismo de calidad está llamado para jugar un papel importante. «Si
una persona dice que llueve y otra dice que no, tu trabajo como periodista no
es darle voz a ambas. Es abrir la ventana y ver si está lloviendo». Esta lección
de Periodismo resume la función que están llamados a desempeñar los comunicadores
internacionales que realmente quieran abordar este tema. Es difícil pero la
ciudadanía pide un periodismo de calidad que implica asumir estos retos.
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